Monográfico sobre monedas locales de los Cuadernos Illacrua del Semanario Directa, del 2 de mayo del 2013

Directa. Logotip.Monográfico sobre monedas locales de los Cuadernos Illacrua del Semanario Directa, del 2 de mayo del 2013.

Os informamos de este artículo que trata de las monedas locales, alternativas y complementarias, ya sean anónimas o nominativas.

Muchas propuestas políticas reivindicadas por el equipo encabezado por Agustí Chalaux (1911-2006) y Lluís Maria Xirinacs (1932-2007), dentro del Centro de Estudios Joan Bardina, pueden ser aplicadas a niveles más reducidos que el de toda una comunidad geopolítica, ya sea un estado soberano con moneda propia, o bien una confederación continental de naciones también con moneda propia como la que debería ser Europa o la Unión Europea. En nuestro caso, una población o una comarca pueden habilitar una moneda local nominativa telemática capaz de experimentar, en un ámbito más cercano, una sociedad que disponga de suficiente moneda como para dinamizar su propia economía y al mismo tiempo aplicar a este instrumento las normas de transparencia, privacidad y exigencia de responsabilidad de una moneda nominativa telemática capaz de servir eficazmente a la comunidad que va dirigida.

No hay necesidad, pues, de haber asaltado antes la Bastilla o el Palacio de Invierno para comenzar a vivir más de acuerdo con los propios principios. Hay aplicaciones telemáticas, incluso gratuitas y de software libre, que nos permiten llevar a cabo proyectos locales, quevayan confluyendo confederativamente en proyectos de ámbito mayor.

Directa. Semanario de comunicación. Número 315. Jueves, 2 de mayo de 2013.

Cuadernos de Illacrua, 148. Monedas con valor.

Dicen que los «bitcoins», la moneda alternativa más de moda últimamente, cae en cotización al mismo tiempo que crecen sus búsquedas en Google. A pesar de ser una red compartida, distribuida y no centralizada, la popularidad de la moneda ha crecido gracias a su anonimato y casi secretismo, que ha hecho que Wikileaks o ciberactivistas de todo elmundo la utilizaran. Sin embargo, también ha hecho que muchos narcotraficantes saquen provecho para comprar y vender droga de manera anónima. Este artículo, sin embargo, no trata de secretismos, sino del valor social -bien visible- de muchos proyectos que utilizan monedas complementarias.

Oriol Agulló.

El 16 de octubre de 1934, en Zúrich, la Wirtschaftsring-Genossenschaft puso en marcha la wir, una moneda surgida para crear una red de ayuda mutua entre empresas que estaban en quiebra. La iniciativa, que actualmente sigue activa y cuenta con más de 60.000 empresas adheridas que comercian entre ellas con wirs -lo que supone poner en circulación miles de millones de monedas cada año-, ha demostrado que tiene un impacto macroeconómico significativo que ayuda a la estabilidad de la economía suiza, especialmente para el sector de las pequeñas y medianas empresas.

El milagro de Wörgl.

La de Zúrich, pero no fue la única experiencia de la época. Durante los años de la Gran Depresión, aparecieron cientos en Estados Unidos, Austria y Suiza. Un caso paradigmático llegó en julio de 1932 en la pequeña población tirolesa de Wörgl. Michael Unterguggenberger, alcalde del municipio, introdujo una moneda local para hacer frente al progresivo empobrecimiento de la población y al desempleo, que alcanzaba el 30%. Unterguggenberger se dio cuenta de que la ciudadanía no podía cubrir sus necesidades por la falta de dinero e introdujo los llamados «billetes de aseguramiento del empleo», un tipo de moneda sin intereses, que perdía el 1% del valor cada mes y podía convertirse en chelines austriacos a una tasa del 98%. Para evitar la tasa, la gente empezó a gastar rápidamente el dinero que ingresaba y, ante el temor de que se devaluara la moneda, incluso pagaban los impuestos municipales por adelantado.

Unterguggenberger logró el pleno empleo en un año. Pero el milagro de Wörgl murió de éxito cuando más de cien municipios austriacos lo quisieron copiar y el Banco Central de Austria presionó para que el gobierno prohibiera la moneda. Poco tiempo después, la pobreza y el desempleo volvieron a Wörgl.

Las monedas locales hoy.

Las monedas sociales modernas renacieron en los años 80 en Vancouver, Canadá, con los Local Exchange Trade Systems (LETS) y, más adelante, con las Ithaca Hours, un billete que se extendió por América Latina, especialmente en el Argentina. En Europa, hemos visto nacer las regio en Alemania y varias monedas locales en las transition towns. Se estima que, hoy, hay cerca de 10.000 monedas complementarias, muchas de las cuales están conectadas a través del Community Exchange System, que dispone de 58 grupos regionales. En julio de 2012, se hizo el primer encuentro de monedas sociales y complementarias del Estado en Vilanova i la Geltrú y, el próximo mes de mayo, se hará la segunda en Sevilla. Pasando por la turuta vilanovina, en Cataluña, hay más de quince monedas locales, muchas de ellas vinculadas a las ecoxarxes que hay repartidas por todo el territorio.

Tipos de monedas locales.

Hay quien las separa en función de la finalidad con que han sido emitidas y las clasifica en rojas, verdes o azules.

Según esta clasificación, las monedas rojas son las que tienen un impacto social que sirve para impulsar la economía informal, es decir, para que el vecindario se haga favores o impulse bancos del tiempo o redes de intercambio, las monedas azules sirven para potenciar la actividad económica, es decir, la economía formal de la pequeña y mediana empresa, con un cierto impacto macroeconómico, como en el caso del wir, en último término, encontramos las monedas verdes, que son las que se crean para promover comportamientos ecológicos.

Un ejemplo fue la tarjeta NU-Spaarpass de Rotterdam, en circulación entre los años 2000 y 2002, a través de la cual la ciudadanía compraba en unos comercios ecológicos adheridos y obtenía descuentos para las tiendas adheridas o los transportes públicos.

Fomentar su uso.

La mayoría de monedas se basan en las oficiales, pero están incentivadas. Mantienen una equivalencia de 1 a 1 entre el valor de la moneda social y la oficial, pero se penaliza el cambio a la moneda oficial o se bonifican las compras con monedas locales a través de descuentos. Hay otros que, como Wörgl, apuestan por la oxidación, es decir, para que el dinero vaya perdiendo valor con el tiempo, para impulsar la circulación rápida.


La «toreke».

En el año 2010, el Ayuntamiento de Gent, en Bélgica, preguntó al vecindario de Rabot-Blaisantvest, una zona marginal y empobrecida de la ciudad, qué necesidades había de cubrir para el barrio. La gente se decantó por los espacios verdes y los huertos urbanos. Con esta demanda, el Ayuntamiento alquiló unos huertos urbanos, que el vecindario debía pagar mediante una moneda local, la toreke. Para conseguir la moneda, se debía hacer trabajo voluntario en actividades como la limpieza o el ajardinamiento de las calles, lo que daba derecho a pagar el alquiler de los huertos y servía para intercambiar productos ecológicos, comprar billetes de transporte público o conseguir entradas para el cine del barrio. Actualmente, el proyecto se financia con el presupuesto que antes se destinaba a los servicios que hacen las vecinas -cerca de 50.000 euros- y se ha calculado que cada euro invertido a través de torekes tiene un impacto tres veces mayor que con la moneda convencional.


Las «palmas».

Tras comprobar que la mayoría de las personas de las favelas compraban fuera de este espacio, el banco comunitario Banco Palmas de Brasil puso en marcha, en el año 2000, las palmas, una moneda que quería impulsar la circulación de dinero dentro de la favela para aumentar el poder del comercio local y generar empleo e ingresos. Para ello, promocionaron la obtención de créditos en palmas para poner en marcha pequeños comercios conducidos por residentes y hacer que se consumiera dentro de las favelas. El proyecto tuvo éxito y el gobierno brasileño entendió que incentivaba económicamente una zona donde no llegaban los reales, la moneda oficial de Brasil. Actualmente, el país cuenta con 103 iniciativas de monedas como las palmas, promovidas por la administración a través de la Secretaría Nacional de Economía Solidaria del Ministerio de Trabajo y Empleo.


¿De dónde vienen los euros?

El dinero que prestan los bancos no son los que las personas han dejado en depósito. Los bancos no crean dinero ni los beneficios ni los depósitos, sino de la promesa de las personas de devolver el dinero. Cuando firmamos un préstamo, nos comprometemos a devolver el dinero que nos han dejado con un interés. El banco inventa un dinero del que no dispone y escribe la cifra en la cuenta de la persona prestataria. Cada vez que los bancos hacen un préstamo, multiplican dinero que no existe. Un banco, sin embargo, no puede crear dinero, es el sistema bancario el que lo hace y, a través de los bancos centrales, se imprimen billetes que se ceden a las entidades para que puedan dar dinero a las personas que quieran sacar. Cada banco central decide qué tanto por ciento de dinero real hay que tener en la caja. En Estados Unidos, es un 10%, en Europa, es un 2%, y, en Gran Bretaña, legalmente, no deben guardarse nada. Así pues, si todo el mundo quiere dinero en el mismo momento… hay un problema: no hay suficiente dinero.


Andreu Honzawa, politólogo, trabajador de la fundación social Trade Organization (STRO) y experto en monedas complementarias.

«Es prioritario que el dinero que gastan las administraciones se invierta en la economía local».

Andreu Honzawa.

(Foto: Pau Barrena).

¿Cuál es la tarea de STRO?

Hace proyectos de monedas complementarias a través de la cooperación internacional y de la investigación y el desarrollo de sistemas de microfinanzas.

¿Qué proyectos ha desarrollado?

Principalmente un software, Cyclos, que permite que cualquier persona cree una moneda. La idea es que todos los proyectos que haga STRO pasen por esta plataforma. Ahora, sin embargo, estoy haciendo un proyecto europeo para impulsar monedas sociales como políticas de promoción económica y del empleo.

¿Cómo se desarrolla un proyecto de moneda social como política pública?

Promoviendo el comercio local para que la inversión de la administración tenga más impacto en la economía de la localidad. En tiempos de crisis, siguiendo la lógica keynesiana, el sector público tiene que gastar. Cuanto más invierte, más dinero tiene la gente y además puede gastar. En un comercio globalizado, es prioritario que el dinero que gastan las administraciones se inviertan en la economía local.

¿No se muestran reticentes las administraciones?

Que el Estado gaste en monedas locales y acepte el pago de un importe en este sistema es difícil, sí. De todas formas, hemos conseguido que, en Brixton y Bristol, en Inglaterra, una tasa pública se pague a través de un software que hemos desarrollado.

¿Esto es legal?

Sí, es un sistema similar a los vales de comida que se dan en muchos países. Lo primero que hacemos es ver qué mecanismo legal existe y proponer una solución u otra. Encontraríamos ejemplos en ciudades como Toulouse. Allí, el proyecto Sol Violette permite que una parte del Pirmi, es decir, del subsidio que reciben las personas en desempleo, se reciba con moneda local. Si hay voluntad política, se puede hacer.

¿Cómo convencéis las administraciones para que lo hagan?

Si hablas de monedas alternativas, no te miran con buenos ojos puesto que las leyes dicen que el Banco Central Europeo es el único que está autorizado a emitir monedas. En cambio, si les hablas de un sistema de pago digital innovador para el desarrollo económico y del empleo que utiliza las TIC, lo entienden mejor. En realidad, harás lo mismo, pero lo planteas de la manera que la quieren oír.

¿Siempre hablamos de utilizar monedas complementarias a las convencionales?

Sí, pienso que vamos hacia la convivencia de dos monedas, una de local para los productos locales y una global para los productos globales. Nuestra opción es implementar monedas para sectores o regiones.

¿Tenemos que volver a la peseta, pues?

No es necesario conocer cómo se emite y qué modelo de dinero tenemos. Hay monedas de crédito mutuo, monedas que se basan en materias primas, monedas de valorización local o monedas basadas en euros. Hay diferentes modelos de monedas y de emisiones de moneda.

Las complementarias se emiten y se basan de manera cualitativamente diferente al euro y, desde STRO, potenciamos sistemas adaptados a realidades locales concretas.

¿Se trata de utilizar menos el euro?

Sí, sirven para reducir nuestra adicción a los euros. Tenemos una gran dependencia de las monedas de unos bancos centrales que especulan con nuestro dinero y nos controlan. Difícilmente podemos eliminar la dependencia de los grandes organismos financieros mundiales, pero sí podemos disminuirla a través de comunidades con sistemas monetarios propios.

¿Esto puede ser una solución a la crisis del euro?

No se trata de quedarse en el euro o no, cuando los euros se reducen, las monedas complementarias sirven para mantener la actividad económica de la región, cubrir necesidades básicas y hacer de buffer de la economía de la zona. Desde STRO, queremos implementar el uso de monedas basadas en euros para canalizar el dinero en un sistema de pago digital que dé liquidez a los mercados en recesión.

¿Es decir, para hacer llegar más dinero aquí?

Exacto. Si pusiéramos más dinero en el sur de Europa, esto iría muy bien en los países como Italia o el Estado español, ya que habría más dinero y se activaría la economía y el empleo. Sin embargo, no iría tan bien en los países del norte de Europa, ya que haría subir la inflación, es decir, los precios. A través de este sistema digital, lo que haríamos es crear una bonificación temporal para comprar en los países en recesión y, así, activar las economías del sur de Europa hasta volver a la estabilidad económica.


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